https://doi.org/10.24844/EM3103.00
Luis Manuel Aguayo
La palabra es mitad de quien la pronuncia, mitad de quien la escucha. Con esta sentencia Michel de Montaigne nos recuerda que el diálogo siempre se hace a dos voces, porque la palabra es vehículo de encuentro cuando las voluntades lo buscan. En la palabra nos encontramos para relacionarnos, para (inter)cambiarnos y para hacer crecer nuestro sentido común en su más perfecta acepción, la de ser y crecer en la ruta compartida de nuestra comunidad. En este sentido, sin duda, podemos decir que nuestra revista Educación Matemática, que apenas recientemente ha cruzado sus treinta y un años, es la palabra compartida de una comunidad en la que nuestras coincidencias han borrado las tenues fronteras que inicialmente se erigían sobre nuestras divergencias derivadas de la latitud, el idioma, la cultura… Los artículos que integran este número con el que cerramos el año dan cuenta de ello, en él puede advertirse la polifonía propia de voces venidas de diferentes regiones y tradiciones, polifonía que no resulta caótica, sino la prueba de existencia de una comunidad consolidada que se escucha y comprende.